EL COSTO HISTÓRICO DE LA ESCLAVITUD

Seguimos pagando la producción forzada del pasado

Mientras el debate político se quedó estancado en la guerra fría, buscando respuestas donde no están, la investigación económica se pregunta cuáles son los determinantes de la riqueza y el desarrollo en el LARGO PLAZO. Los siglos pasan y nosotros seguimos igual. Es de especial intriga lo que sucedió tras la colonización, lo que llaman de “inversión de fortunas”. Quienes eran en menos desarrollados materialmente antes de la llegada de los europeos, son hoy en día los más ricos. Es un debate abierto con varias teorías opuestas y complementarias. Tras lo contado sobre la diferencia entre ingleses y españoles anteriormente, continuamos esta serie con la famosa hipótesis del clima y la esclavitud.

En primer año de microeconomía aprendes a calcular el precio y las cantidades de equilibrio de un mercado de forma que llegue a lo que llaman de “óptimo de Pareto”, en ese estado el mercado funciona en plena capacidad pues no puedes favorecer a alguien sin perjudicar a su similar, es decir, no existen distorsiones.  Luego, ese óptimo de Pareto se reproduce en todos los mercados para llegar a lo que llaman de “equilibrio general”. Básicamente, el equilibrio general es la versión microeconómica de la macroeconomía.

Varias son las suposiciones matemáticas irreales que permiten llegar a este equilibrio, como la información perfecta de todos los agentes o la oferta y demanda atomizadas (muchos agentes). La idea es con los años ir viendo como la irrealidad de esas suposiciones se convierte en fallas de mercado. Interpretó esta enseñanza como la aspiración máxima y utópica de la economía clásica de libre competencia. Legisladores redactan un contrato social destinado a la transgresión, los economistas crean un modelo para lo mismo.

De estos cálculos se derivan los dos grandes TEOREMAS DEL BIENESTAR. El primero dice que todo mercado en competencia “pura y perfecta” llegará a un equilibrio optimizado en el sentido de Pareto. El segundo indica que tan solo cambiando la ASIGNACIÓN INICIAL de los recursos se puede llegar a CUALQUIER equilibrio de competencia. Así en teoría, existirían miles de equilibrios óptimos de competencia, al que llegas dependería de quién tiene los recursos en el punto de partida.

Bajo estos parámetros, el final de la carrera no es más que el producto del comienzo. Si considerásemos el punto de partida de la economía con el comienzo de la democracia, una reforma agraria cambiaria la distribución inicial de los recursos y permitiría llegar a un equilibrio de competencia de mayor igualdad sin crear distorsiones en los mercados. Así es como funcionan las ironías de la vida, se puede abogar por la repartición de las tierras etiquetada de comunismo con la teoría liberal más básica.

En ese sentido, Latinoamérica nunca tuvo la menor oportunidad de crecer de forma inclusiva con el modelo clásico de competencia pues su asignación inicial no es producto de la naturaleza o un “gobierno benevolente” sino del hurto y la opresión. Al parecer, ese humano racional y egoísta no funciona únicamente a través del intercambio de bienes y servicios que la matemática promulga.  Así, en 1994, Engerman y Sokoloff[1] proponen la hipótesis de que la raíz del atraso económico de América Latina en comparación a Estados Unidos y Europa es la desigualdad producto de los tiempos de la esclavitud, la cuál es producto de la forma de repartir las tierras. En efecto, la desigualdad tiene dos características importantes, la primera es que es un freno al crecimiento económico (artículo) y la segunda es que se retroalimenta (ejemplo aquí).

Los autores estudian los indicadores demográficos y geográficos entre el siglo XV y el siglo XIX. Su argumento es que no se ha tomado en cuenta lo suficiente el hecho de que el desarrollo institucional es absolutamente dependiente de lo que llaman de “dotación de factores”, los factores son el capital (TIERRA, CLIMA, recursos) y el trabajo. La extrema desigualdad era causada por el cultivo de azúcar y otras materias primas de alto valor, pues en la producción de estas había grandes economías de escala mientras los cultivos de trigo necesitaban una inversión menor, lo cual creaba mercados más competitivos y un mayor crecimiento de la clase media. A la misma vez las grandes economías de escala causaban que la proporción de esclavos entre la población sea mucho mayor desde Estados Unidos hacia abajo que de México hacia arriba. Básicamente, Latinoamérica se OLIGOPOLIZÓ desde su aparición ante narices extranjeras.

Estas condiciones facilitaron la evolución de sociedades donde pequeñas elites de descendencia europea tendrían toda la riqueza, el capital humano (acceso a educación, etc.) y el poder político. Luego, las elites usaron su control político para restringir la competencia sobre los recursos, y agrandar las desigualdades, se oponían a la democracia y a la educación pues estas empoderan a los pobres para pedir una mejor distribución del valor agregado. Estas elites habrían sido minúsculas comparadas al resto de la población pues recién a finales del siglo XIX la corona española facilito la migración masiva hacía nuestra región.

Según esta teoría, el racismo y la “superioridad” de los europeos de antaño son grandes causantes de nuestra situación hoy en día. Hasta ahora la sociedad no logra desatar su mentalidad de esos encajes coloniales que tanto daño le han hecho y le siguen haciendo, y que convienen solo a unos pocos. Países como Argentina o Chile solo habrían “alcanzado” el gran porcentaje de europeos cuando se flexibilizaron las políticas migratorias durante el siglo XIX. Esa migración subió la igualdad por la simple razón que el que era europeo si era acogido y favorecido por el sistema. Una matemática simple dice que entre más considerados iguales hay, más igualdad existirá, pues la elite se agranda, y los recursos se reparten entre una mayor cantidad de personas.  Los autores suponen que esta desigualdad inicial afectó el desarrollo de INSTITUCIONES como el derecho al voto, la recaudación tributaria y la provisión de escolaridad pública.

No es necesario remontar tan lejos para entender como la desigualdad de acceso a la tierra se institucionaliza. En Paraguay, la reforma agraria fallida repartió de forma irregular 8 millones de hectáreas, 4 veces más que lo que fue dado a los campesinos. En Colombia, se intentó prohibir la acumulación de baldíos, sin éxito pues las transnacionales siempre encuentran la forma de contornar la ley. Así, Cargill ha adquirido más de 2,5 millones de hectáreas en los últimos 30 años. La tierra fue creador inicial de nuestras instituciones y se ve repartida según estas. No todos tienen derecho al trato privilegiado de las multinacionales. En Urabá, en 1993, se dio títulos de propiedad a la comunidad afro que venía ocupando el territorio varias generaciones. Tres años después los paramilitares comenzaron a bombardearlos, disque y porque la guerrilla, causando 13 desplazamientos forzados masivos y 115 matanzas hasta el año 2003.

Como explicamos en otro artículo, la desigualdad es un factor determinante de la persistencia institucional, y la reforma agraria es una forma creíble de cambiarlo. Sin embargo, la vida está llena de contradicciones, pues los mismos autores que abogan por este método definen las instituciones “buenas” como las que aseguran el respeto de la propiedad privada. El problema en realidad es que como vimos arriba, nuestras instituciones prefieren asegurar la propiedad privada de las multinacionales que la de sus habitantes.

Cuesta imaginar una repartición de tierras que no incluya expropiación, por lo cual, en el corto plazo esta reforma incluye perdida de inversión y conflicto (golpes de estado en Guatemala, Brasil y Chile). También, después de 200 años de independencia parece imposible e inadecuado expropiar terrenos comprados con trabajo honesto en las últimas décadas. África sigue a tiempo, aunque de lo que sé a Zimbabue le salió el tiro por la culata.

Easterly[2] (2007) se propone testear esta teoría que conmocionó a los académicos del norte, pocas sorpresas causó en el sur. Crea un indicador de la proporción de tierras adaptadas al azúcar sobre el trigo según las condiciones climáticas. Cabe recalcar que este indicador es constante, o sea prácticamente el mismo hoy que hace 300 años.  Muestra que existe una correlación directa entre ese indicador y la desigualdad hoy en día. Como dijimos, debido al costo de la inversión inicial, según la naturaleza de la cosecha había más o menos economías de escala, y por tanto se cosechaba en haciendas mayores o menores. El trigo (Norteamérica) habría propulsado la clase media, mientras el azúcar propulsaría la concentración de la riqueza y la esclavitud de africanos.  Siendo así la propia tierra un predictor de desigualdad estructural.

Es posible argumentar que la correlación que hace que los países más ricos sean menos desiguales se debe a que los más ricos pueden permitirse las distorsiones de la redistribución. En econometría se dice que es un problema de causalidad inversa. Para contornar el problema, Easterly remplaza la variable de la desigualdad por este instrumento de las tierras cultivables.

Luego, usa en su regresión 6 variables de institucionalidad: eficiencia del gobierno, corrupción, inestabilidad política, importancia de la ley, costo regulatorio y democracia. A su vez también se fija en la riqueza por cabeza y las tasas de matriculación para la educación secundaria. Así, demuestra que la desigualdad estructural es resultado de la repartición de tierras, la cual es causante indirecto de la calidad de estas variables. Esta sería una razón por la cual los países tropicales acostumbran a ser más desiguales, y, por consiguiente, más pobres. Es importante entender que este efecto puede tener diferentes fuerzas alrededor del mundo, y que es particularmente importante para Latinoamérica por su historia.

Easterly prueba que la hipótesis de las tierras, la esclavitud y las instituciones es verdad, sin embargo, no demuestra bajo que mecanismo empobrece hasta hoy en día. Sin eso, difícilmente podamos cambiarlo. Nunn[3] (2007) recoge datos de varias fuentes, principalmente censos poblacionales. Como medida de la prevalencia de la esclavitud usa la fracción de la población en esclavitud en 1750. Sus datos incluyen 29 países del anteriormente denominado “Nuevo Mundo”. Construye un índice de Gini de desigualdad de acceso a la tierra en 1860, y como es de esperarse tiene un relación positiva y significante con la proporción de esclavos sobre la población. También, muestra que los lugares de Estados Unidos donde hubo mayor esclavitud resultaron ser los que el PIB creció menos y los más desiguales hasta hoy en día. Hasta ahí todo en orden.

Sin embargo, Nunn no logra confirmar del todo la hipótesis de Engermann-Sokoloff pues no encuentra evidencia que muestre que el efecto de la esclavitud en el desarrollo económico sea por culpa precisamente de la desigualdad económica. Es decir, la presencia de esclavitud sería un factor principal para explicar la riqueza de hoy en día, pero la correlación no se explicaría debido a la desigualdad causada por esta. Es todavía un tema en debate pues varios estudios encuentran en otras condiciones que la desigualdad de acceso a la tierra es causa de varios estragos, por ejemplo, un turco y unos colombianos[4] (2007) muestran una relación directa con la vinculación escolar en 1950.

Lo que dice Nunn es plausible. Los efectos de la esclavitud son variados. En los años 1900 (pan pan pan) el rey Leopold II salió como gran vencedor de las negociaciones entre europeos para repartirse África. Las fronteras de África no son naturales, sino el producto de unos jefes de estado reunidos alrededor de un mapa escogiendo quién se queda con qué. Los países europeos se repartieron las colonias. El Congo no fue colonia belga sino propiedad privada de este loquillo.

Grandes partes del territorio junto a su población fueron arrendadas a empresas de algodón, el corporativismo en su expresión máxima. En una investigación que presentare más detalladamente otro día, Lowes y Montero (2017) muestran que en las partes donde existió este tipo de esclavitud extrema y su consecuente violencia descomunal, hoy en día, los políticos proveen menos bien público y duran menos. Por otro lado, en sus relaciones sociales los habitantes tienden más a confiar en los otros y la norma de compartir tiene mayor importancia.

Una explicación de pura lógica económica es la de Wright[5] (2006). Argumenta que los efectos de largo plazo de la esclavitud se deben a que, al ser el laburante una posesión que podía ser reubicada libremente entre un lugar y otro por el empleador, en esos lugares el gobierno no tenía ningún incentivo a mejorar la infraestructura pública que atrae a los trabajadores. Luego, la falta de infraestructura pública, como escuelas y hospitales, es un problema en el largo plazo. De esta forma, a diferencia de Engermann-Sokoloff y consecuente con Nunn, no sería la desigualdad lo que causó las instituciones extractivas, sino la misma compra y venta de esclavos que substituyó la migración voluntaria, haciendo con que las instituciones domesticas no se desarrollaran ante la poca necesidad de atraer personas (trabajadores) libres. En el caso del Congo tiene mucho sentido, pues literalmente, las empresas eran el estado, aunque eso no explicaría que persista hasta hoy la baja provisión de bien público.

En fin, la propiedad de la tierra es central a la historia humana desde que se creó la agricultura. A medida que avanza la historia, cada vez los humanos nacen con menos acceso a la tierra, aunque esta sea naturalmente la fuente de supervivencia principal de la humanidad. Todos necesitan un espacio para producir y para vivir. Por eso, la tierra es causa de conflictos, es común en nuestro continente que las personas terminen “invadiendo” terrenos que no estén siendo usados. En Colombia, el conflicto por control territorial entre Farc y paramilitares ha causado más de 7 millones de desplazamientos forzados, 7 millones de personas expulsadas de su hogar. Estos conflictos se repiten constantemente en todo el continente. Recién en Brasilia, unos hacendados DIERON REFUGIO A UN ASESINO SERIAL[6], pues su libertad bajaba el precio de las tierras que querían comprar.

Estos conflictos no son más que el reflejo de humanos privados de acceso a lo que ha sido nuestro medio y lugar de supervivencia durante milenios. Según un reporte académico pero asustador de Oxfam[7], en Latinoamérica más de la mitad de las tierras cultivables pertenecen al 1% de haciendas más grandes (es decir el 1% tiene más que el 99% restante) mientras el 13% pertenece al 80% más pequeñas. El índice de Gini de concentración de tierras seria de 0.79, enorme comparado a Europa (0.57), África (0.56) y Asia (0.55). Paraguay y Chile tienen ambos un Gini por encima de 0.90. Es decir, seguimos de lleno en el camino de la desigualdad y, por tanto, el de las instituciones extractivas.

RESUMIENDO, ni siquiera bajo los parámetros de la teoría económica más utópica, competencia perfecta, Latinoamérica tuvo la oportunidad de llegar a un equilibrio de mercado que no sea absolutamente desigual entre sus habitantes. Agréguenle entonces las características de la realidad que siempre complican el desarrollo competitivo, y el desarrollo humano de nuestro continente parece inviable. El clima causó una asignación inicial de los recursos naturales la cual junto a la discriminación causaron altos niveles de esclavitud, y a su vez la esclavitud seria causa de instituciones que permiten que un continente de floras llenas tenga estómagos vacíos.

Varias son las vías a través las cuales la esclavitud puede tener efectos hoy en día. Una gran diferencia entre la física y la economía es que en física mil demostraciones pierden contra cualquiera que consiga contrariarlo, las reglas caen frente al contraejemplo. En economía, lo que se demostró una vez puede ser verdad en situaciones similares y mentira en otras. Los ingredientes para llegar a un resultado son intercambiables. Y cada resultado tiene sus ingredientes específicos. Por eso, la próxima semana presentaremos ante usted al agitador de Williamson, quien denomina a estas teorías de MITO. Que se abra el debate y que corra la sangre.

[1] Stanley L. Engerman & Kenneth L. Sokoloff, 1994. “Factor Endowments: Institutions, and Differential Paths of Growth Among New World Economies: A View from Economic Historians of the United States,” NBER Historical Working Papers 0066, National Bureau of Economic Research

[2] William Easterly, 2007, “Inequality does cause underdevelopment: Insights from a new instrument”

[3] Nunn, Nathan, 2007. “Slavery, Inequality, and Economic Development in the Americas: An Examination of the Engerman-Sokoloff Hypothesis,” MPRA Paper 4080, University Library of Munich, Germany.

[4] Acemoglu, Daron, Maria Angelica Bautista, Pablo Querubin, and James A. Robinson, 2007,“Economic and Political Inequality in Development: The Case of Cundinamarca, Colombia”

[5] Wright, Gavin, 2006, “Slavery and American Economic Development”, Louisiana State University Press

[6] https://g1.globo.com/go/goias/noticia/2021/06/25/lazaro-barbosa-dormia-ha-cinco-dias-em-propriedade-de-fazendeiro-preso-diz-caseiro-a-policia.ghtml

[7] Oxfam, 2016, “UNEARTHED:LAND, POWER AND INEQUALITY IN LATIN AMERICA”

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Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.

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