LAS INSTITUCIONES COMO LA MATERIA PRIMA DEL PROGRESO

Somos producto de la mortalidad de europeos en el siglo XV

Es esta la tesis de los autores del icónico libro “Por qué fracasan los países”, que las instituciones son el principal eje de desarrollo de los estados-nación, Acemoglu lo demuestra junto a Robinson en una investigación todavía más icónica y original que presentaremos a continuación. Tiene sentido pues, ya vimos que cualquier corriente macroeconómica puede fallar o funcionar según los casos. Sin embargo, el autor de este libro si logra poner la institucionalidad como el objeto central de la viabilidad de los países. Así, las instituciones de los países se encuentran en un espectro que va de extractivas hasta inclusivas, hoy nos enfocaremos en las primeras, pues son las que nos conciernen.

 North (1990) define a las instituciones como “restricciones creadas por humanos que dan forma a la interacción humana”. Básicamente, son las reglas del juego que se llama vivir en sociedad. El hecho de que sean una construcción humana es a la vez una esperanza, pues no es algo inamovible como la geografía, y una desazón, pues todos saben de las atrocidades que los humanos son capaces. Los efectos que estas instituciones tendrán sobre la sociedad serán sobre todo a través de los incentivos que estas generan en los individuos que las conforman y en quienes las sufren. Algunos perros se educan a partir de recompensas, otros a partir del castigo.

En Latinoamérica claramente tenemos instituciones políticas extractivas, pues son ante todo objeto de conflicto entre grupos que buscan poder y dinero. El sistema político mismo atrae a los corruptos y ahuyenta a los honestos. Luego dentro del mismo sistema, los incentivos del político no se alinean a los de la sociedad, haciendo que sus decisiones no estén basadas en el bien común. En economía llaman estos dos efectos de “selección adversa” y “riesgo moral”. En algunos casos, esos efectos bajan del sistema político a todo el sector público. Como resultado, el poder judicial siempre está a merced del gobierno de turno sin importar su inclinación, la administración de bienes públicos se reparte según favores políticos (reparto de hospitales durante el COVID), las obras públicas se implementan y adjudican por coimas, la política económica es clientelista y millón problemas institucionales más que iremos analizando semana a semana. Cuando mi primo borracho brindó que: “no se puede vivir con ellas y tampoco sin ellas”, se refería a las instituciones.

Las pruebas del institucionalismo son contundentes, pues existe investigación extensiva tanto económica como histórica sobre cómo las instituciones políticas influyen en el desarrollo. Por ejemplo, hay una correlación entre el bienestar económico de los países con la eficiencia con la que se adjudica el bien público y los derechos de propiedad (Knack and Keefer[1], 1995), Mauro[2] (1995) mostró lo mismo con la corrupción y la eficiencia del sistema judicial, mientras Djankov y otros[3] (2002) muestran que el EXCESO de burocracia para poder hacer negocios genera corrupción y limita el crecimiento. En este artículo, les presentaré las investigaciones más interesantes y originales por su enfoque econométrico de la historia.

Llegó entonces el momento de volver al pasado, de recordar que los europeos no colonizaron tan solo América, sino el mundo entero. En todas estas colonias existían anteriormente instituciones económicas y políticas. Dando un ejemplo, según la novela histórica de Gary Jenning “Azteca”, en esta cultura tenían derecho de propiedad reglamentado y definido, sin embargo, era regla de la sociedad que la primera fila de sus cultivos estaba permitida a los pasantes hambrientos. Era un norma social y jurídica que habría viabilizado el funcionamiento de su sociedad.

Con la llegada de los europeos, se destruyeron todos los derechos de propiedad y se instalaron regímenes con un solo objetivo, la extracción de recursos. De esta forma se crearon nuevas instituciones, las cuales a su vez hacían lo posible por desproteger la propiedad que no pertenezca a sus elites, de esa forma podrían fácilmente usar cualquier terreno a su favor, igualmente borraron cualquier rendición de cuentas de los gobiernos. Por dos razones, primero al ser los nuevos reyes de una población que ni siquiera veían como humana, la corrupción era una forma de aprovechar, y segundo, esa misma corrupción permitía y permite que sin importar quién sea el mandatario, este sea maleable para sus intereses.

Los autores muestran entonces que, la expropiación al día de hoy, y las medidas de protección contra esta última, están correlacionadas fuertemente con la tasa de mortalidad de europeos en los diferentes lugares de la colonización. Como verán, la tesis de las instituciones como causantes del desarrollo no es tan fácil de probar, pues bien podría ser que el desarrollo sea el causante de las buenas instituciones. Por tal razón, el reconocido estudio del MIT[4] (2002) usa lo que los economistas llaman de variable instrumental para mostrar CAUSALIDAD de la institucionalidad hacía la riqueza. Esta variable no puede estar relacionada al crecimiento directamente, pero sí a la institucionalidad, de ahí que la tasa de mortalidad de los europeos en el siglo XV haya sido recolectada a través de las libretas de bordo de los barcos de la época.

La idea es que según la tasa de mortalidad que tenían los europeos, al llegar a nuevas tierras estos instalaban instituciones para quedarse, o instituciones “extractivas”, para robar básicamente. El estudio demuestra que donde los europeos tenían mayor tasa de mortalidad (por enfermedades como la malaria o la fiebre amarilla, en lugares como África), instalaban instituciones extractivas que perduraron en el tiempo, las cuales han socavado la riqueza de continentes enteros hasta el día de hoy. Por eso Australia y Estados Unidos se habrían convertido en potencia mientras África sigue estancada. Se presume que, controlando para el efecto de las instituciones, el producto interior bruto por cabeza del continente africano sería similar al de las otras excolonias. Por ejemplo, Nigeria con las instituciones de Chile seria 7 veces más rica. Latinoamérica tiene mayor vejez que África como colonia liberada y tuvo mayor mezcla entre poblaciones (más europeos se quedaron a vivir); por lo que tiene sentido que su institucionalización sea mayor, al igual que su riqueza.

Claro, el lector más atento me dirá: pero como así que hace 500 años que persiste esta enfermedad, ¿Qué, nos estás tomando el pelo? Bueno, podemos aquí citar dos ideas básicas, la primera es bien simple, quien tiene el poder de cambiar esas instituciones es también quien se beneficia de las mismas. Luego, la desigualdad también se perpetra, pues, quien tiene el poder económico también busca dar forma a las instituciones según su interés personal, reproduciendo la disparidad inicial. En Brasil no existen Reyes hace 140 años, sin embargo, en la denominada Ciudad Imperial de Petrópolis, se paga el “impuesto del príncipe” directamente a las arcas de los descendientes de Dom Pedro II[5]. Tan poco se han modificado las instituciones, que el orden de riqueza por cabeza entre los países de América casi no ha sufrido cambios desde el siglo XIX. En países colonizados con poco mestizaje, esa disparidad histórica es visible en el color de piel, es solamente echar un ojo a la clase alta de Chile. Esta es tan solo una de las facetas de lo que llaman racismo estructural.

Otro factor que encuentran Acemoglu, Johnson y Robinson (2002) es que la calidad de las instituciones instaladas también dependía de la densidad de población en el momento, mientras mayor densidad, más beneficioso era explotarlas, sea con esclavitud o manteniendo el sistema preexistente y colectando tributos que permitan a los indígenas apenas sobrevivir. Weber[6] (1958) culpa a la cultura europea y su religión (bueno, él en particular agradece). De la misma forma que Laporta y otros[7] (1997) lo atribuyen a las instituciones legales y económicas europeas. Sin embargo, si todo lo que somos fuese culpa de los europeos, seríamos europeos.

Por eso, algunos autores remontan más allá, pues cuando Cortés llegó a México encontró un imperio próspero, una sociedad organizada con agricultura, para sostener tanto una elite religiosa como política, y su respectiva administración, incluso encontró mendigos, como en España. Las instituciones hoy en día no son tan solo causa de las intenciones de los europeos, sino de cómo esas intenciones interactuaron con la población local. En efecto, lo que hoy denominamos América es un continente gigante donde existieron muchas formas de organización sociales, cuando llegaron los europeos, muchas sociedades todavía eran de cazadores-recolectores.

Arias y Girod[8] (2010) notan que se puede clasificar la forma en que esas sociedades precoloniales funcionaban. En un extremo, están las sociedades indígenas que funcionaban con base en la reciprocidad, en el otro ya existía una gobernanza bien jerarquizada, con estratificación social, de modo que había trabajo consentido y trabajo forzado. De la misma forma, la recolección de impuestos podía ser hecha por circunstancias específicas, es decir, cuando algo faltaba se recolectaba o se hacia una minga, o, por otro lado, a través de una infraestructura administrativa centralizada. Donde existía una elite indígena, esta elite tenía cierto control sobre los recursos y el trabajo, es decir, valor agregado, capacidad de obligar a ejecutar e impedimento de los individuos de escapar.

Básicamente, las sociedades más jerárquicas tenían todo un sistema legal y religioso, mientras las menos no tenían autoridades de ningún tipo más que la palabra sabia de los ancianos. Los menos jerárquicos tenían mayor facilidad para escapar de los colonizadores pues ya sabían subsistir en ambientes desconocidos y dependían menos de la agricultura y el comercio. El peligro lo huelen todos más o menos al mismo tiempo, el primero en saltar del barco es quien tiene más posibilidades en el mar.

Con base en esto, los autores crean un modelo en el que interactúan líderes indígenas, el colonizador, y los trabajadores. Pues, siendo que instalar instituciones también tiene un costo, los colonizadores también podían aprovechar su alto poder de negociación (armas de acero, caballos, etc.) para que el mismo jefe indígena someta su población ante ellos, más barato es doblegar instituciones que recrearlas. Entre la vida y la muerte, generalmente solo hay una opción. Piensen en la historia de Atahualpa y Rumiñahui, es básicamente una negociación con los líderes.

Usando datos de 455 zonas subnacionales de todo América encuentran que donde ya existía jerarquía indígena, los colonizadores usaban las estructuras existentes para sacar sus beneficios, mientras en las sociedades que funcionaban en base a la reciprocidad muchas veces ni se asentaban. Si se asentaban, usaban las estructuras existentes de reciprocidad a su favor, de esta forma los métodos de extracción precoloniales se mantenían a futuro. También dependía de la presencia de recursos naturales si los colonizadores incurrían en el costo de crear o modificar las instituciones para sacar mayor provecho de la riqueza. Había entonces que escoger entre el costo de construir instituciones (dependía del tipo de sociedad) y la cantidad de recursos presentes. Por ende, las regiones con hartos recursos o las que tenían desde antes mayor jerarquía institucional fueron donde primero se asentaron los españoles.

Luego, destruyeron y modificaron la institucionalidad existente hasta ese momento y la volvieron tan extractiva como sea posible. Como ven, las instituciones no se borran así tan fácil, pues ni con toda la salvajada colonial se borró la justicia indígena. De la misma forma, esa extractividad perdura en el tiempo hasta nuestros días. Verdad es que el imperialismo existe, me sorprendería que alguien lo dude, sin embargo, a diferencia de lo que predican nuestros políticos, no es luchando contra Estados Unidos o China que eso va a cambiar, el cambio comienza en casa (ya parezco yogui, pero es verdad). En efecto, la puerta de entrada para que se hagan cosas no convenientes para el pueblo es la corrupción y su propia institucionalidad en general.

Antes de juzgar a los indígenas de barbaros por aplicar un método de disuasión más impactante, que parecerá más fuerte (¿prefiero podrirme 30 años en un hueco?), recuerden que, las sociedades que se autodenominan de civilizadas, además de todas las barbaridades geopolíticas, siguen teniendo pena de muerte, que es lo mismo, pero electrocutando.

Antes de juzgar a los indígenas de bárbaros por aplicar un método de disuasión más impactante, que parecerá más fuerte (¿prefiero podrirme 30 años en un hueco?), recuerden que, las sociedades que se autodenominan de civilizadas, además de todas las barbaridades geopolíticas, siguen teniendo pena de muerte, que es lo mismo, pero electrocutando.

¿Todavía no están sorprendidos? Calma, pues en cuanto a nivel de riqueza estas sociedades indígenas que funcionaban con base en la reciprocidad tenían menos. Bajo el modo de vida y cultura occidental de hoy en día, el desarrollo incluye un ente de control centralizado, entretanto la economía de reciprocidad solo parece posible en pequeños números. No sabemos que sociedades tendrían mejor o peor calidad de vida, pero, bajo esta definición, los indígenas más desarrollados, eran los más jerárquicos, pues eran agricultores, y, por consiguiente, más productivos.

Un grupo de sociólogos[9] (2006) explica que donde había sociedades más desarrolladas, es decir, en promedio, de México hacia abajo, se aplicó un modelo mercantilista: acumulación de metales preciosos, alinear elites económicas y estatales y concentrar los recursos en pocas manos. Es decir, no solo escogían las partes de mayor jerarquización para implantar su modelo, sino que ahí es donde mejor funcionaba el modelo.

Por otro lado, resulta ser que en lo que hoy llamamos Estados Unidos y Canadá había una población con mayor dispersión y menos enfermedades exóticamente letales para el extranjero que en el resto de América. La regla general era de sociedades menos desarrolladas de cazadores-recolectores. Coincide justamente, que, los ingleses tenían mayor grado de colonización en ese tipo de sociedades, pues les era más fácil implantar el modelo liberal de protección de los derechos de propiedad, libre mercado, etc.

Al contrario, en las sociedades capitalistas jerarquizadas era más complicado alterar el orden económico para crear producción basada en la mano invisible. Claro está que la diferencia no es entre modelo liberal y mercantilista, sino interacción de mercantilismo con jerarquía e interacción de liberal y baja jerarquía. Anecdóticamente, en el largo plazo, Inglaterra se benefició de los dos pues de todas formas gran parte de lo que España extraía terminaba siendo pagado a los bancos ingleses[10].

La tesis del autor puede resumirse de forma fácil, mientras más desarrollada era la sociedad indígena antes de la colonización, más los españoles los colonizaban, y más pobres serían después de la colonización. Al contrario, los ingleses imponían su modelo en las sociedades más pobres, pues no podían en las más ricas, y a su salida dejaban una sociedad más desarrollada, en el sentido occidental de la palabra. Lo llaman de “inversión de fortuna”, pues el mundo se habría puesto patas arriba con esta interrupción del camino natural de las sociedades.

Un país como Uruguay se vio entonces favorecido por su bajo nivel de desarrollo precolonial, mientras países como Perú, Ecuador, Bolivia y México donde reinaban el imperio Inca, Azteca y Maya hoy en día sufren mucho mayores problemas institucionales, pues fue más fácil para los españoles convertir las instituciones existentes en instituciones extractivas. La degradación institucional de Argentina parece ser más reciente, pues, las instituciones tuvieron una evolución posterior a la colonización, la cual explicaremos en un próximo artículo sobre el funcionamiento de las transiciones políticas.

En pocas palabras, una vez que ya instalaste idioma y religión, el control político no es necesario para la continuación de los objetivos económicos de la colonización. Una vez que se tumbaron las reglas del juego para favorecer a una elite política y económica, se vuelve casi imposible cambiarlas, pues estas reglas se hacen orgánicamente a través de juegos de poder que duran siglos. Si leen la serie sobre los caballos de Troya, verán como estas instituciones persisten hasta hoy no solo por su propia idiosincrasia sino también porque los regalos de la naturaleza y los del exterior que contribuyen a seguir socavando la institucionalidad de los países. Luego, cualquier multinacional tendrá facilidad en corromper y adaptar las leyes a su antojo, como lo hizo Chevron-Texaco u Odebrecht más recientemente. Continúen leyéndonos, pues les contaremos cómo nosotros les abrimos la puerta a través de nuestro sistema político. Esperamos encontrar soluciones para cerrarla y convertir a nuestros mandatarios en servidores del pueblo.

Parece imposible ahora, pero simplemente cambiando los INCENTIVOS del sistema se cambia al sistema. El problema no es una ciudadanía desconectada pues, al contrario, ha sido quejosa toda la vida, pero siempre ante lo urgente. Aquí les estoy diciendo lo importante, que por definición debería ser lo urgente. Pues lo urgente, como veremos también, solo trae más urgencias. Compartan.

[1] Knack, Steven, and Philip Keefer. 1995. “Institutions and Economic Performance: Cross-Country Tests using Alternative Measures

[2] Mauro, Paulo. 1995. “Corruption and Growth” Quarterly Journal of Economics

[3] Djankov, Simeon, Rafael LaPorta, Florencio Lopez-de-Silanes, and Andrei Shleifer. 2002. “The Regulation of Entry.”

[4] Acemoglu, Daron, Simon Johnson, James A. Robinson, 2002, “The Colonial Origins of Comparative Development: An Empirical Investigation”, The American Economic Review

[5]https://robertomoraes.jusbrasil.com.br/noticias/661683409/o-laudemio-de-petropolis#:~:text=O%20laud%C3%AAmio%20%C3%A9%20conhecido%20em,caso%20da%20venda%20do%20im%C3%B3vel.

[6] Weber, Max, The Protestant Ethic and the Spirit of Capitalism, Scribner, New York, 1958.

[7] la Porta, Rafael, Florencio Lopez-De-Silanes, Andrei Shleifer, and Robert Vishny, “Legal Determinants of External Finance,” Journal of Finance, 1997

[8] Luz Marina Arias and Desha M. Girod (2010), “Indigenous Origins of Colonial Institutions”, Quarterly Journal of Political Science

[9] Lange, Matthew, James Mahoney, and Matthias vom Hau, “Colonialism and Development: A Comparative Analysis of Spanish and British Colonies,” American Journal of Sociology,

[10] Eduardo Galeano, “Las venas abiertas de Latinoamérica”

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Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.

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