UNA GLOBALIZACIÓN COLONIAL

¿Cómo llegamos a que Bezos y Musk decidan el futuro de la humanidad?

Desde antes del humano ser propiamente humano ya existieron todo tipo de encuentros violentos entre simios prepotentes por diversas razones ligadas a la economía, la cultura y malentendidos de comunicación en los que el miedo no dio tiempo de conversar. Esos encuentros de tribus diferentes fueron formando nuevas culturas y tribus cada vez más grandes, hasta el punto de hoy en que el mundo occidental posee una cultura común.

Si bien en el diccionario las palabras globalización y colonización tienen definiciones diferentes, matemáticamente hablando las dos son lo mismo. Las dos son un subgrupo dentro de la otra, y los otros grupos existentes son los mismos para las dos, por tanto, si bien el lenguaje decora a cada una con su propia connotación, hablando utilitariamente, solo cambia el nombre que se le da al grupo mayor, pero sin importar que nombre se use, el grupo mayor está compuesto por los mismos grupos menores.

En ese sentido, esa palabra tan decorosa que indica como el mundo de a poco se integra económica y culturalmente es una pantalla de humo para lo que esta esconde, pues la globalización no fue un proceso de libre elección sino de comercio forzado. Uno de los subgrupos comunes más importantes entre estas palabras fue el intercambio de materia prima por bienes industriales, designando a la materia prima como los recursos naturales, incluyendo a los humanos.

La cultura artística muchas veces pasó de las clases menos poderosas hacia el resto de la población, la música es de los mayores ejemplos: la cumbia 4-20 pa los negros en argentina, los pasillos en Ecuador, la salsa, el reggaetón, el fado en Portugal, el Jazz en Estados Unidos, etc. Sin desmerecer la importancia del arte, la música y sus reivindicaciones, este tipo de transmisiones culturales de David hacia Goliat no suceden en los temas centrales de la sociedad y su cultura. Según el antropólogo Emmanuel Todd[1], las estructuras familiares, políticas y económicas, son elementos demasiado centrales como para escapar al principio de dominación, siendo este el principal difusor de la cultura.

Cuando una sociedad adopta las normas culturales de su vecina es generalmente por una imposición violenta o simbólica. Esa dominación se ejerció considerando como recursos naturales a los humanos de mayor melanina, los “descubiertos”, de la misma forma que se descubrieron las minas de plata en Potosí. Así, el racismo es un elemento simbólico de dominación, transversal a nuestros dos sinónimos matemáticos. Para el año 1900, en Sierra Leona, el 99% de las escuelas eran católicas; hasta ahora en Latinoamérica, varios países poseen una universidad católica y su respectivo equipo de fútbol.

Se reconoce a la agricultura como uno de los primeros elementos en crear asimetrías cruciales entre humanos al causar el crecimiento de una masa demográfica, elemento de dominación por si solo, seguido por la ciudad, el acero y la escritura. De hecho, Jared Diamond[2] muestra que la victoria colonial de Europa sobre América reposó sobre pequeñas coincidencias históricas como lo fueron los gérmenes, las armas y los caballos, siendo que tener armas no es realmente progreso, podemos deducir que el progreso no es dominación, sin embargo, la dominación permitió el progreso económico de los navegantes sobre las espaldas de continentes enteros.

En el territorio de los que se dicen amantes de la ciencia todo este proceso tenía que venir acompañado de una teoría que lo justifique, ahí aparece el famoso Ricardo explicando que el comercio internacional NATURALMENTE empuja los países hacia la especialización, pues la competencia empujaría cada país hacia los sectores donde son más productivos. La productividad sería el guía del comercio internacional. Hasta hoy en día esta teoría es ampliamente aceptada pues la academia económica otorga un valor mucho mayor a los matemáticos que a los historiadores.

Es un error común entre analistas de macroeconomía y comercio creer que la globalización es un estado del mundo, al contrario, es un proceso. A través de ese proceso se llegó al estado globalizado del mundo. Cómo vieron en nuestro artículo sobre la caja negra de los economistas, el estado actual es absolutamente dependiente del proceso, por lo que el mundo en el que vivimos es el camino natural de la asimetría de poderes del pasado. A esto los economistas del largo plazo le llaman “persistencia histórica” y “dependencia de la trayectoria” (“path dependence”). Les gusta aplicar estos conceptos a la historia africana, pero pocos se animan a hacerlo al comercio.

Sin embargo, el intercambio internacional también tiene sus antecedentes, ya los holandeses obligaron a los comerciantes que viajaban en canoa por Ghana a tener siempre entre sus mercancías bienes de su país que equivalgan al valor de al menos 4 onzas de oro, convirtiendo un intercambio puramente africano en africano-europeo[3]. Así rápidamente los europeos se convirtieron en los intermediarios, facilitando la extracción de prisioneros que se convertirían en esclavos e impidiendo la integración comercial del continente.

Al convertir a los continentes en sus proveedores secuestrados, se sometió la producción a las necesidades europeas, y se adaptó el consumo a las industrias de estos. Esta falacia del beneficio mutuo del comercio internacional se creyó hasta los años 1940 cuando de Latinoamérica se formularon teorías adaptadas a la realidad que se vivía, entre ellas, la teoría del centro-periferia, consecuencia directa de la “dominación” o las “esferas de influencia” en lenguaje geopolítico.

Se define al centro como las economías capaces de doblegar las acciones de la periferia a su favor, en ese sentido el país central es Estados Unidos (y China en Asia), habiendo subcentros como Europa, que, a pesar de haber manejado el mundo hasta hace poco, hoy entregan las nachas a los gringos para mantener su estatus y su prevalencia en África. Un ejemplo actual es la disputa que existe por la cañería de gas entre Rusia y Alemania que el país de la libertad económica no dejaba acontecer con amenaza de sanción. El conflicto de Ucrania terminó haciendo que los alemanes se sometan al castigo por voluntad propia.

Las potencias se sostienen a través de la dependencia económica de los países más pequeños, de la misma forma que un presidente se mantiene por sus electores. En política llaman a estas masas que sustentan el poder sin tenerlo de intercambiables. La clave esta que por su menor tamaño y los limites a su integración, los países periféricos no se dan cuenta que la relación con la potencia es en realidad de interdependencia, de la misma forma que los malos gobiernos se sostienen por la falta de consenso entre ciudadanos. Si el pueblo unido jamás será vencido, lo contrario también es verdad, el pueblo separado esta destinado a perder.

La diferencia fundamental entre estas teorías es que mientras los exesclavistas aseguran que imponiendo el libre comercio a los países más débiles se avanzará hacia la igualdad definitiva entre países a través de la estabilización de precios mundiales iguales para todos, las teorías del Sur aseguran que, al contrario, las relaciones internacionales de explotación solo contribuyen a agrandar las diferencias de riqueza. Para 1885, tras el comercio de esclavos, pero antes del reparto de África, el promedio de ingreso de un africano era un tercio del de un gringo, para 1950, justo antes de las independencias ya era de 1/20.

He aquí el error de Ricardo y sus seguidores, no ve la importancia del punto de partida. Los europeos extrajeron los recursos de sus colonias ya siendo a través de concesiones del territorio y sus habitantes a empresas o a través del estado mismo. Al usufructuar de todas las riquezas ajenas, se quedaron también con todo el capital, por tanto, después de las independencias los países periféricos no tuvieron con que construir su soberanía ni su territorio, teniendo así que endeudarse con los detentores del capital, los mismos que acababan de substraerlo. Mas o menos como si te robaran el celular para obligarte a recomprarlo más caro que nuevo (artículo: Los piratas contraatacan).

La ventaja del norte junto a la naturaleza anticompetitiva de esta versión del capitalismo donde se concesionaron países hizo que el mundo se llene de monopolios, oligopolios y monopsonios (un único consumidor). En casi todos los mercados globales son 4 o 5 multinacionales quienes imponen las condiciones de negociación a su antojo. Pues, por ejemplo, mientras los agricultores de Soya son miles, los intermediarios de este, quienes lo exportan, son unas pocas empresas que a pesar de no producir extraen la gran mayoría del valor agregado.

Para cerrar el círculo, la inversión extranjera directa se convirtió en un baluarte del desarrollo, pues puertas adentro nadie tiene plata si ya todo te lo robaron. Esa inversión genera trabajo, pero extrae el beneficio hacia los países convertidos en potencias, agrandando la brecha. Luego de robarte tu casa y dejarte en ruinas, el ladrón, ya rico, te contrata para que trabajes por migajas de lo que te robo, aprovechando el poder de negociación que le dio el empeorar tu situación y mejorar la suya.

Varios economistas afines a las teorías del decrecimiento de la famosa London School of Economics hicieron el ejercicio de calcular el valor agregado extraído de los países pobres a través del intercambio desigual[4]. Entre 1990 y 2015 el Norte económico se apropió de 242 billones (“trillions” en inglés) de dólares del 2010. Solo en 2015 se llevaron 10,8 billones de dólares, o para ponerlo en contexto, 188 millones de años de trabajo, equivalente a un cuarto de su riqueza.

Como el dinero da poder de negociación y seguridad, y la falta de este, incertezas y desesperación, en esta versión del capitalismo, el dinero decide el camino de la especie humana. Esta globalización colonial se escuda en la democracia liberal para que las decisiones políticas salgan de las empresas. La brecha se agranda de tal forma que en el mundo actual se espera que dos multimillonarios, si acaso brillantes será únicamente para los negocios, decidan el futuro de la especie humana.

Por un lado, esta Elon Musk, quien viendo el riesgo de que la tierra se vuelva inhabitable, se le ocurre que el humano debe seguir con el proceso de colonización, siendo así la próxima parada marte; poco a poco la tecnología permitirá seguir expandiendo la humanidad por el universo. Del otro lado del ring esta Jeff Bezos, quién prefiere las tácticas más recientes, la deslocalización, primero trajeron las empresas contaminantes a los países pobres, ahora que se dan cuenta que les afecta también, espera deslocalizar los procesos productivos a marte.

La globalización fue un proceso colonial que entregó al mundo a las empresas y a los locos que las manejan, siendo el mérito más grande de la meritocracia el nacer en el lugar correcto. Por eso, una gran parte del poder de estas personas depende de la hegemonía estadounidense, la cual peligra frente a la organización del renovado imperio chino. Nos encontramos en un punto de inflexión en el que nuevamente dos potencias se disputan la soberanía del resto del mundo.

Por tal razón, analizaremos a lo largo de esta serie los mecanismos, principalmente económicos, financieros y tecnológicos, que entregan mayor o menor grado de control mundial a cada uno de estos imperios, aprovechando para analizar las opciones disponibles a Latinoamérica dentro de este ajedrez geopolítico. Finalmente, difuminaremos el mito económico de que existe un Estado estable del orden mundial en el sistema caótico que es la tierra, a diferencia de lo que Fukuyama quiso dar a entender cuando bautizó la caída del muro como “el fin de la historia”.

[1] Emmanuel Todd, “El Origen de las estructuras familiares”

[2] Jared Diamond, “Germenes, Armas y Acero”

[3] Walter Rodney, “Como Europa subdesarrollo a África”

[4] Hickel, Jason & Dorninger, Christian & Wieland, Hanspeter & Suwandi, Intan, 2022. “Imperialist appropriation in the world economy: drain from the global South through unequal exchange, 1990–2015,” LSE Research Online Documents on Economics 113823, London School of Economics and Political Science, LSE Library.

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Economista especializado en regulación de la competencia, con conocimientos variados en las diferentes temáticas de la disciplina: economía política, desarrollo, medioambiente, fiscal. Trabajé durante un año en una consultora financiera en Brasil (Fusiones y adquisiciones) y 4 años haciendo consultorías para CEPAL, además de una consultoría sobre salud mental y ambiente laboral en Chile, y otra de 6 meses sobre la historia del desplazamiento forzado en Mozambique para la London Bussiness school.

No solo entiendo los temas en los que me especializo, sino que trazo las diferentes relaciones entre ellos para tener una visión completa del panorama. Junto a eso, manejo bases de datos y softwares como Stata, asegurándome así que la narrativa y la estadística vayan de la mano. Hablo español, inglés, francés y portugués. Soy sociable, persistente, curioso, organizado, trabajo bien en equipo y bajo presión. Usted entrégueme un trabajo y yo seré especialista en el tema, pues siempre estoy dispuesto a aprender y me adapto a cualquier circunstancia, un día me encuentra haciendo presentaciones a altos funcionarios, al siguiente jugando fútbol en la favela.